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Yulimar Rojas monarca del triple saldo femenino

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La atleta Venezolana Yulimar Rojas Monarca del triple salto femenino, impone nueva marca olímpica y mundial

La venezolana Yulimar Rojas, de 25 años, hizo historia este domingo al batir el récord olímpico y mundial, consiguiendo la medalla de oro en el salto triple femenino en Tokyo 2020.

Rojas, la primera mujer de Venezuela en ganar un oro olímpico, alcanzó los 15,67 metros con un impresionante salto, superando la marca olímpica de la camerunesa Francoise Mbango de 15,39 m y el récord mundial de 15,50 m que la ucraniana Inessa Kravets obtuvo en 1995.

La saltadora venezolana de 1,92 metros de altura era la favorita indiscutible en la final olímpica que se disputó este domingo en Japón.

La portuguesa Patricia Mamona fue segunda con 15,01 m, y la española Ana Peleteiro quedó en tercer lugar con 14,88 m, un récord nacional.

La cubana Liadagmis Povea, de 25 años, obtuvo 14,70 metros, quedando quinta, y la colombiana Caterine Ibargüen, de 37 años, obtuvo una marca de 14,25 metros.

Desde la plata que alcanzó en Río, Yulimar Rojas se consagró como la atleta dominante en el triple salto. Fue campeona al aire libre en Londres 2017 y Doha 2019, además de sumar otros títulos en pruebas bajo techo.

Compitiendo contra sí misma

Por Tamara Gil, enviada especial de BBC Mundo a Tokio

Desde el primer minuto en que salió al estadio nacional de Tokio, Yulimar Rojas estaba sola contra sí misma.

Arrancó rompiendo el récord olímpico, dejando a las demás tan atrás que ya solo frente a ella tenía una meta: seguir superándose, habiéndose asegurado ya una medalla.

Y lo hizo, sumando además un récord mundial. Su emoción se contagió pronto a todo el estadio: ella fue la única que consiguió poner a todos los asistentes en pie en todo momento, aplaudiéndola mientras corría para hacer historia, con una fuerza que muchos, desde las gradas, tildaban de sobrehumana.

«Siempre quise ser la primera mujer en ganar una medalla de oro», decía luego ante la prensa, sin poder parar de sonreír, nerviosa, como en un sueño pero «sin estar soñando». No encontrando las palabras por la gran emoción.

«¿Y los 16 metros?», le preguntaban. Y ella no ponía límites: dice que no tiene techo, que está muy cerca.

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