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LEYENDA DEL NACIMIENTO DE LA NOCHE

La tierra brillaba a la luz del sol todo el día sin interrupción. En ese entonces no existía la noche, tampoco existían los animales, solo los Dioses habitaban la tierra.

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By: El Rinconcito de Mariela

Uno de ellos, llamado Gran Serpiente, vivía en la selva. Su palacio era enorme, pero tenía solo 3 habitaciones. La primera era para el propio Dios, la segunda era para el uso de la hija de Gran Serpiente, y la tercera estaba reservada para los tesoros del Dios.

Un día, la hija de Gran Serpiente conoció a un joven que vivía del otro lado del Gran Río, en la tierra de los hombres. Se enamoraron y se casaron; y ella se fue a vivir con él, en un lugar nuevo y desconocido. Su marido no tenía un palacio, pero a ella no le importó porque eran muy felices.

Hasta que un día, la joven comenzó a sentir una pena que la tenía callada y pensativa:

¿Qué te sucede? Parece que esperas algo que no llega. Sí, espero la noche.

¿Qué es eso? La hija de gran serpiente miró extrañada a su marido.

¿Podía ser, acaso, que ellos no conocieran la noche? Con paciencia, intentó explicar de que se trataba:

Es una sombra oscura que lo cubre todo. Ah, entonces no debe ser agradable. No, es realmente bella. Hay una luna y muchas estrellas, también animales que cantan.

El hombre no comprendía, por más que ella se esforzaba con sus palabras. Mi padre la tiene guardada en su sala de tesoros, dentro de una caja de nuez de coco.

¿Es un tesoro? Sí, a veces, en ocasiones especiales, solíamos disfrutar de la noche como si fuera un regalo. Mi padre abría muy despacio la caja. Era tan hermoso.

Primero, veíamos el atardecer y después, el lucero del alba que anunciaba la noche. Si es algo tan lindo, podríamos pedírsela prestada.

Hija de Gran Serpiente estuvo de acuerdo. Seguramente esa posibilidad les daría mucha alegría a todos. El marido llamó a sus tres sirvientes más fieles y les dijo: deben pedir prestada la caja de nuez de coco a Gran Serpiente.

Los tres sirvientes partieron enseguida. Cruzaron el gran río en una canoa y llegaron a la selva donde estaba el palacio del Dios. Le explicaron que llevaban un pedido de su hija.

Gran Serpiente se alegró mucho al tener noticias de ella. Les dijo que esperaran y fue a la habitación de los tesoros. Al rato regresó con la pequeña caja marrón: la noche está aquí dentro, les dijo. Solamente mi hija debe abrir esta caja, si dejan escapar la noche, todo estará perdido.

Los tres servidores hicieron una gran reverencia y prometieron cuidar el encargo con esmero. Enseguida subieron a la canoa y se apresuraron a zarpar. Pero sucedió que, cuando atravesaban por el medio el gran río, escucharon unos ruidos llamativos cri-cri-cri, chist-chist-chist.

Al principio se quedaron sorprendidos y dejaron de remar. Pero después se dieron cuenta de que el sonido venía de la caja. Acercaron sus oídos y escucharon con mas atención. Los 3 hombres se miraron intrigados, uno de ellos dijo: deberíamos abrir la caja. Buena idea dijo el otro. Pero ¿ Recuerden lo que nos advirtió Gran Serpiente?

Si, la abrimos, todo estará perdido alcanzó a decir el más prudente. Sin embargo, la curiosidad pudo más y muy pronto descubrieron que la cajita tenía una cera que sellaba su interior. Desembarcaron y con fuego la derritieron.

Entonces ocurrió algo extraordinario. Adentro de la caja salió una nube muy oscura que subió hasta el cielo en un espiral interminable. A medida que subía, la sombra se hacía cada vez más ancha. Pronto cubrió la selva, los ríos, las montañas, el campo, las playas y los mares.

Era la noche que se desparramaba por el mundo y cubría la mitad de la tierra. Los sirvientes se dieron cuenta de que los sonidos que salían de la caja eran los del grillo y la lechuza, pero inmediatamente pagaron por su imprudencia y fueron convertidos en monos.

Muchos hombres fueron transformados en nuevos animales. La brasa del fuego se hizo jaguar y de una piedra surgió un coatí.

Hija de Gran Serpiente y su marido comprendieron sin tardanza lo que había sucedido. Es necesario separar el día de la noche, dijo la hija del Dios. Fue a buscar una madeja de hilo marrón. Lo espolvoreó con ceniza y le dijo al ovillo: tú serás el Nhanbú. Tú silbaras de noche y andarás siempre con todos los pájaros nocturnos.

Y el ovillo se convirtió en una ave parecida a la perdiz. Después, hija de Gran Serpiente buscó mas hilos de colores y los fue uniendo. Cuando apareció el lucero del alba junto el rojo, el amarillo, el verde, el azul y el negro.

Entonces, los enrolló en un ovillo y repitió su conjuro: Tú serás el cujubín. Tú cantarás para anunciar la llegada del sol. Cantarás muchas veces para espantar la noche.

Desde entonces, existió el día y la noche, y cada pájaro cantó a su hora para diferenciarlas.

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