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La sabiduría

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Nadie tiene la verdad absoluta de nada, pero si es posible lograr afianzar el conocimiento en más de una manera

La sabiduría es la capacidad del ser humano de poseer una gran cantidad de conocimientos sobre uno o varios temas. Una persona que posee sabiduría suele llamarse con el nombre de sabio y se caracteriza por su capacidad intelectual o inteligencia. Así mismo la sabiduría implica un uso correcto de los conocimientos que se poseen y de manera sensata.

El concepto de sabiduría no solo se relaciona con los conocimientos que una persona tiene. También tiene que ver con los aprendizajes de la vida misma y todo lo que una persona incorpora desde su nacimiento. Se trata de una suma de reflexiones, conocimientos, valores y demás cuestiones que hacen a la capacidad de razonar y pensar.

Contar con un amplio conocimiento dentro de cierto campo de estudio implica sabiduría. Las personas que tienen en su mente mucha información sobre ciencias, artes o cultura, por ejemplo; son personas sabias en cierto tema de estudio. Esto depende de la cantidad de estudio que toma una persona y su inteligencia para retener la información y utilizarla con algún fin.

Gracias a la sabiduría una persona será capaz de actuar de manera correcta en la vida y con una gran capacidad de entendimiento y comprensión sobre el medio que le rodea. Así mismo es gracias a la sabiduría que el ser humano logra diferenciar entre lo que le hace bien y lo que le hace mal. Por ello cuando alguien toma malas decisiones se suele señalar una poca inteligencia o falta de sabiduría.

En la vida diaria una persona demuestra sabiduría cuando actúa con prudencia, cuando tiene buenas actitudes y no hace el mal. Tanto en el ámbito laboral, como en el educativo y en la propia familia alguien sabio es quien no busca problemas, actúa de acuerdo a las normas y pretende llevar una vida sana y prudente.

Cuando se habla de sabiduría popular se apunta a conceptos que han existido desde siempre y acompañan la vida de un grupo social. Desde normas y consejos hasta refranes que tratan de cuestiones de la vida diaria y buscan guiar a las personas en su desempeño de manera sabia. En esta caso, la sabiduría popular nace de costumbres y forma parte de la cultura de un grupo de personas.

Aunque el término sabiduría se asocia muchas veces solo a los grandes sabios y pensadores, también existe sabiduría en el proceder diario. Incluso en ciertos aspectos se valora más la sabiduría a nivel personal, que en conceptos de ciencias y conocimiento.

En ciencias de la información, la sabiduría constituye el vértice de la pirámide constituida, de menor a mayor complejidad, por dato, información, conocimiento y sabiduría.

En la sapiencia se destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse del conocimiento con éxito, y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas, o aconsejar a otros. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con estas. Tomás de Aquino define la sabiduría como «el conocimiento cierto de las causas más profundas de todo» (In Metaphysica, I, 2). Por eso, para él, la sabiduría tiene como función propia ordenar y juzgar todos los conocimientos.

La sabiduría toma sus referencias de lo que se denomina memoria a largo plazo. En otras palabras, lo vivido ha de haberse experimentado con suficiente frecuencia o intensidad como para que no se borre de nuestro recuerdo, se inserte en los esquemas de lo que consideramos bueno o malo y se tome en cuenta como parte de los procesos de supervivencia del individuo.

El nivel de la sabiduría o la prudencia como una virtud es reconocida en fuentes culturales, filosóficas y religiosas. Algunos definen la sabiduría en un sentido utilitario, como una forma de prever las consecuencias y actuar para maximizar el bien común a largo plazo. La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez.

 

La sabiduría se desarrolla con el tiempo, a partir de las experiencias propias y ajenas, y de la observación y la reflexión sobre la vida. De allí que dos fuentes fundamentales para cultivar la sabiduría sean la memoria y la experiencia.

La sabiduría dota al individuo de un mayor entendimiento y profundidad en el conocimiento sobre las circunstancias que determinan la existencia. Además, proporciona al individuo herramientas para el acertado discernimiento entre aquello que es bueno y lo que no.

Quien actúa con sabiduría se preocupa por obrar bien: es prudente, sortea los problemas (sobre todo cuando son innecesarios) o los sabe resolver, evita situaciones riesgosas y valora el sentido de la existencia. Por esto, la sabiduría está dotada de un profundo sentido moral: su valor radica en que quien actúa con sabiduría estará siempre guiado por el bien, pues de lo contrario, deja de considerarse como tal.

En este sentido, la sabiduría es característica de aquellos que observan una conducta prudente y sensata en su vida: en los negocios, el trabajo, la familia, las decisiones.

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