Amar y conectar en pandemia
Para nadie es un secreto que el COVID-19 está generando un cambio drástico en la manera en que los seres humanos nos relacionamos. Por un largo tiempo, en lugar de un apretón de manos, y de un cálido abrazo, nos limitaremos a dar un frío saludo japonés, manteniendo la distancia. Esta nueva forma de socializar, genera un quiebre emocional muy significativo, sobre todo para aquellas personas que son kinestésicas. La programación neurolonguística, enseña que hay distintos canales mediante los cuales los seres humanos nos comunicamos. Y estos varían según la personalidad de cada individuo. En este sentido, el kinestésico es aquel que necesita el contacto corporal para responder de manera satisfactoria a un estímulo.
En este orden de ideas, el privarnos de un afectuoso abrazo puede significar para algunos la negación al amor. Ese derecho de ser valorado y reconocido por el otro. Por supuesto, en este protocolo siempre habrá personas que por la misma necesidad emocional, romperán la norma a fin de responder al contacto humano. Sin embargo, el riesgo del contagio viral es inminente.
En ese sentido, el vivir por mucho tiempo en el aislamiento social, lejos del calor humano, puede generar cuadros emocionales inevitables. Es un escenario en donde pueden surgir depresiones, fobias y adicciones. Es así, que la gente se deprime cuando se le priva de su necesidad natural por socializar. También se puede padecer de fobias, cuando la persona se ve rodeada de situaciones en donde existe el riesgo del contagio viral. Finalmente, también existe el riesgo de desarrollar una adicción, cuando el individuo busca reemplazar el sano amor por algo que le puede mantener vivo, aun cuando sea esclavizante. La pornografía, el alcohol, el excesivo uso de la internet, se constituyen en muletillas emocionales que solemos utilizar como substitutos del afecto.
En virtud de lo antes expuesto, el peligro de estar mucho tiempo aislados del efecto, es que esta podemos acostumbrarnos a verlo como algo normal . En ese sentido, nada puede sustituir el amor. Un cálido abrazo, un mirar a los ojos, el exponer los anhelos del corazón al ser amado, son elementos que se constituyen en medicina para el alma. Los seres humanos fuimos diseñados para amar y ser amados. Y amor significa: “no muerte”.
A pesar de esta dura realidad, producto de la pandemia, existen algunas practicas psicoterapeuticas que quiero recomendar a fin de aplacar los efectos de la necesidad emocional. La primera de ella: “conversar en alta voz con uno mismo”. En realidad es un monólogo frente al espejo, en donde seamos capaces de decirnos aquellas cosas que en el fondo deseamos escuchar de alguien. En segundo lugar, “la terapia del abrazo y la caricia”. Se trata de recorrer con suavidad nuestras mejillas con las yemas de los dedos, y en un tono cálido y tierno, como quien le habla a un bebé, decirnos cosas como:”eres linda”, “me encantan tus mejillas”, “pareces un bebé”, “te quiero”.
El contacto humano jamás reemplazará a las teleconferencias. Una imagen digital, por muy colorida y atractiva que sea, no puede substituir el acercamiento humano. Como dicen los poetas: “el roce de piel a piel”. Sin embargo, me temo que de alargarse esta cuarentena en el tiempo, puede haber un brote masivo de enfermedades emocionales, que nos pudiera convertir un una sociedad fría , distante, y emocionalmente perturbadas. Ruego a Dios de que no sea así.
Eden Barrientos
Conferencista motivacional – Coach Empresarial